martes, 18 de noviembre de 2014

Bueno... ¿y que nos dejo esta semana? (Propuesta)

Con el fin de hacer una breve sintesis de lo que nos dejo esta semana en el País, hacemos una pequeña listilla a modo de un tono jocoso de los acontecimientos del país.

-Nota del autor-


 Empecemos por los hechos mas relevantes de los acontecimientos historicos hasta ahora.
  •  La extraña excursion de mi general Alzate por el Rio Atrato





  • La respuesta que conmociono al País


    Y en una de sus reflexiones mas celebres dijo:


    Bueno, hasta aqui los deportes... (Ya saben el resto)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

'Paredes blancas...Mentes vacias'

Reflexion historica del arte callejero Graffiti en las calles bogotanas.

Graffiti de la Calle 26

Por: Christopher Tibble* Bogotá

Guache, un artista urbano, no se inmuta: “nos tomamos este muro sin autorización”. Son las dos de la tarde y hace un calor infernal, inusual para finales de septiembre. Yurika y Nice, dos artistas de larga trayectoria, trabajan a su lado. Varios transeúntes pasan y se quedan mirando la intervención. Algunos toman fotos, otros la comentan desde la estación de Transmilenio. Cada tanto, una patrulla sube de la calle 26 y atraviesa la avenida Caracas. “La policía ya vino y nos pidió un permiso, pero no hicieron nada. Últimamente, en Bogotá se ha legitimado bastante la práctica de pintar en la calle”, dice Guache.

Sus murales, de carácter político, se ven por toda la ciudad: rostros de indígenas coloridos y salvajes, calaveras, penachos, panteras, tuzas de maíz, a veces acompañados por frases como “nuestro norte es el sur” o “fuerza mestiza”. Clarisa Ruiz, Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte, lo ha descrito como un Da Vinci de la calle. La obra de Guache hace parte de una corriente que cada vez toma más fuerza alrededor del mundo: el arte urbano o street art, un estilo que tiene al británico Banksy como mayor exponente y que desafía la idea del grafiti como una práctica espontánea, ilegal y anónima. Gracias a técnicas como el esténcil, los stickers y el muralismo, el arte urbano ha sido acogido por el público y las autoridades.


Esténciles de Djlu. Fotos: Iván Valencia.
Hoy su popularidad es tal, que algunos de sus principales exponentes venden sus obras en galerías y exponen en museos. Stinkfish, uno de ellos, incluso diseñó la pasarela de Prada para la Semana de la Moda de Milán en 2013. De hecho, según la página web de viajeros Trip Advisor, la cuarta mejor actividad para hacer en Bogotá es un tour de arte urbano. El recorrido, organizado desde hace tres años por el australiano Christian Peterson, muestra algunas de las principales piezas de la Candelaria, muchas hechas en los últimos años por artistas internacionales como Ronzo, de Alemania o Pez, de Barcelona. El street art, al igual que el grafiti, vive una bonanza, “hace 15 años éramos 20 gatos, ahora somos 8.000”, comenta Yurika.

Si bien trazar la historia del grafiti es una tarea compleja por su naturaleza efímera y clandestina, se cree que la primera ola de arte callejero en Bogotá ocurrió a comienzos de la década de los setenta, haciendo eco de las protestas estudiantiles de Mayo ’68 en París. “
Ese año, en la capital francesa fue la primera vez que la gente se apropió de las paredes con frases como “seamos realistas, hagamos lo imposible”, asegura el grafitero y autor de libros infantiles Keshava Liévano. Ese espíritu contestatario, adaptado al contexto colombiano, desembocó en un grafiti de consigna muy original, que fluctuaba entre frases izquierdistas a favor de grupos subversivos como el M-19 y expresiones humorísticas como “no pise la hierba, ¡fúmela!”.
Grafiti de consigna de Keshava Liévano. Cortesía: Luís Liévano.
 Según Liévano, ese tipo de grafiti, que tenía como epicentro la Universidad Nacional, se consolidó en los ochenta con un evento específico: cuando el presidente Belisario Betancur, en un intento por congraciar su proceso de paz, invitó a los ciudadanos a salir a pintar palomas. Los grafiteros de consigna se valieron de la coyuntura e inundaron la ciudad de mensajes. Fue por esas fechas que Liévano rayó su primer muro. Escribió: “no más palo-mas”, un juego de palabras que aludía al MAS, el primer grupo paramilitar financiado por el narcotráfico. La gente vivía pendiente de los mensajes de los grafiteros. Podían verse algunos humorísticos, como “se hace gamín al andar”; “el niño Dios son los papás”; o “levántense haraganes, la tierra es pa’ que la trabajen”, escrito a las afueras de un cementerio; otros dicientes: “paz bio-lenta”; “Pienso, luego desaparezco”; unos feministas, al estilo de “mujer: ni sumisa ni devota: te quiero libre, linda y loca”, y otros extrañamente líricos, como: “arriendo nube, sector presidencial”.

Los muros se convirtieron entonces en un lienzo donde era posible decir lo que no se debía decir, y sus autores, de repente, se volvieron celebridades. El Espectador, por ejemplo, mostraba los grafitis de la semana. A finales de los ochenta, durante el boom de las consignas, apareció otra corriente, distinta pero igual de rebelde. Se trataba del grafiti writing, también conocido como letras, proveniente de la cultura del hip hop estadounidense. Nacido en el submundo del metro de Nueva York y las calles de Filadelfia en los setenta, los practicantes del writing, casi todos adolecentes, tenían un objetivo: firmar la mayor cantidad de veces su nombre en espacios públicos. “El sentirse invisibles en las ciudades los llevó a escribir: yo estoy aquí”, dice Camilo López, director creativo de Vértigo Graffiti, marca que financia proyectos de arte callejero.

Poco a poco, las firmas, conocidas como tags, evolucionaron. Buscando mostrar su destreza y superioridad, los grafiteros empezaron a hacer obras más complejas, conocidas como pieces. Así entonces, en un duelo que fomentó la creatividad, los trenes de Nueva York se transformaron en lienzos multicolores, colmados de letras bombeadas y caricaturas. El mensaje de los adolecentes no era otro que hacer presencia, reclamar un sitio en la ciudad. Ese estilo llegó a Colombia, al igual que el hip hop, en barcos que anclaban en Buenaventura y hoy es la corriente de grafiti que predomina en los muros de las ciudades y pueblos del país. 
 
En ese entonces, como hasta hace poco, el arte callejero tenía una connotación de vandalismo. En Bogotá, quizá la primera excepción fue la obra del francés Nemo, que durante la primera alcaldía de Antanas Mockus, a mediados de los noventa, hizo una serie de 160 esténcils de un hombre negro, acompañado a veces de un paraguas rojo o montando en bicicleta. “Se puede decir que con él comienza el street art en la ciudad”, opina Djlu, artista urbano. Desde la aparición del francés, los tres estilos de grafiti se empezaron a apropiar, clandestinamente, del espacio público. Pero todo eso cambió hace poco.

Antes de 2011, en Bogotá, como en casi todas las ciudades de Latinoamérica, no había una reglamentación específica para la situación del arte callejero. Hubo algunas iniciativas para promoverlo, como cuando en 2006 el colectivo Mefisto y el programa de la alcaldía Jóvenes Sin-Indiferencia organizaron una intervención en unas paredes de la avenida 30. El grafiti solo entró en la esfera púbica en agosto de 2011, a raíz del asesinato a manos de un policía de Diego Felipe Becerra, un joven de 17 años quien pintaba debajo del puente de la calle 116 con avenida Boyacá. El episodio, de por sí lamentable, tomó dimensiones drásticas cuando se reveló que los agentes manipularon la escena del crimen para hacer ver a Becerra como un atracador. Su caso se transformó en un debate público en torno a la legalidad del grafiti. “Todo cambia con ese episodio. De repente, un decreto que iba a ser de prohibición se convierte de fomento”, recuerda Clarisa Ruiz.

Un año antes de la muerte de Becerra y como resultado de una demanda, un juez había obligado al distrito a reglamentar el grafiti a través de un acto administrativo. Este originalmente iba a tener una naturaleza restrictiva y coactiva, pero el homicidio y el escrutinio público obligaron a la alcaldía a replantear la cuestión. Fue así como en 2012 se creó la Mesa Distrital del Grafiti, con el fin de darle cabida a la opinión de los grafiteros. De los diálogos entre los funcionarios públicos y los artistas surgió, en febrero de 2013, el decreto 075, para promover la práctica responsable del grafiti. Desde entonces, el distrito ha designado zonas legales para pintar, ha auspiciado intervenciones y ha hecho talleres pedagógicos.
Nice pinta en la intervención de la calle 26 con Caracas. Foto: Iván Valencia.
 Para no ir muy lejos, justo detrás del muro donde trabajan Guache, Yurika y Nice, se alcanza a ver El beso de los invisibles, la segunda pieza de street art más grande del país –la primera, Prisma Afro, está en Cartagena–. Inspirada en el beso que se dieron Hernán y Diana, habitantes de la calle, en una visita del presidente Santos al ‘Bronx’, la obra, de 300 metros cuadrados, costó más de cien millones de pesos. Su subvención estuvo a cargo del Instituto Distrital de las Artes, en conjunto con la marca de ropa Seven Seven, Homecenter y Vértigo Graffiti. “La idea era cambiar la imagen de la calle 26, que a raíz del escándalo de contratación de los Nule había quedado asociada con la corrupción”, dice Germán Gómez, de la Secretaría de Cultura. La gigantesca pieza, hecha por cinco artistas, incluido Yurika, hizo parte de una iniciativa que la alcaldía lideró el año pasado para intervenir artísticamente esta área.
El beso de los invisibles, Vértigo Grafiti. Foto: Iván Valencia.
 “El fomento del distrito nos abrió una puerta para poder vivir de nuestro arte, si bien se ha perdido un poco la idea romántica de la ilegalidad y de la transgresión”, dice el artista Cazdos. El decreto, en vez de señalar una serie de áreas específicas donde se permite hacer grafiti, enumera los espacios en los que está prohibido, como vehículos y estaciones del sistema de transporte público, la ciclovía y señales de tránsito. En cuanto a la propiedad privada, establece que es legal siempre y cuando el artista cuente con el permiso del dueño del inmueble. El decreto, además, no distingue entre arte urbano, grafiti writing y de consigna.

En algunos casos, la policía aprueba el arte urbano, pero desconoce los otros dos estilos. En marzo, por iniciativa del general Palomino, director de la policía, las autoridades decidieron, sin el aval del distrito, limpiar varios grafitis de la 26. “Hay algunas pinturas que han hecho en estos sectores que no se pueden considerar grafitis; no tienen una forma muy profesional, sino al contrario, tienen palabras inadecuadas”, dijo el coronel Juan Carlos Vargas a Blu Radio. Esa diferenciación arbitraria por parte de las autoridades ha molestado a varios artistas. “A la gente le encanta el arte urbano porque lo entiende, pero odia el writing porque es un código que no busca ser entendido. Pero, ¿quién demonios le dio a la policía la calidad de curador de arte, si en últimas todos estamos haciendo lo mismo, solo que con diferente estética?”, se pregunta Djlu.

El debate en torno a los distintos tipos de arte en la calle es complejo, porque a menudo los estilos se mezclan o se complementan. En un estudio realizado por Idartes en 2012, se concluyó que sesenta por ciento del público no distingue entre los géneros; pero esa misma encuesta también demostró que cuatro de cada cinco ciudadanos cree que el grafiti le aporta a Bogotá. A pesar de cruces esporádicos con la policía, para Cheché, miembro del colectivo Toxicómano y de la mesa distrital de grafiti, hoy la situación es óptima: “Antes de la muerte de Diego Felipe, la policía hacía lo que se le diera la gana. A veces le desocupaban los aerosoles en el pelo a las personas y trataban a los pelados como delincuentes. Lo que hacen los muchachos es quizá imprudente, pero no es un crimen. El decreto 075 los protege y ahora nunca hay cárcel o detención. Máximo hay amonestaciones escritas, sanciones verbales, multas o cursos”, asegura.

Hacia el final de la tarde, la ropa de Guache ya tiene varias manchas de pintura. Está a punto de terminar su obra, el rostro acostado de un indígena. Nice, a su lado, usa una polea para alcanzar los extremos más altos de un caballo naranja y Yurika, al fondo, trastoca con trazos veloces sus letras. “Lo increíble de pintar en la calle es que cualquiera le puede dar valor a la pieza”, dice Guache, quien se detiene, antes de continuar: “Es la naturaleza de la pintura lo que importa y no lo que la rodea. Es un museo en la calle”. 

Agradecimientos:

Revista Arcadia

viernes, 7 de noviembre de 2014

Latinoamerica se viste de Luto, por los 43 Martires NI UN MINUTO DE SILENCIO, TODA UNA VIDA DE COMBATE...!

Fuente: Con información de EFE

Según se informó, fueron detenidos por la policía, entregados al crimen organizado y asesinados por sicarios.

Los 43 estudiantes desaparecidos en el estado mexicano de Guerrero fueron quemados y enterrados con su ropa, después de ser detenidos por la policía, entregados al crimen organizado y asesinados por unos sicarios, según informó el fiscal general mexicano, Jesús Murillo Karam.
 
"Los quemaron con todo y ropa y los enterraron con todo y ropa", afirmó Murillo en una rueda de prensa en la que anunció la detención de tres personas que se declararon autores confesos del asesinato de los 43 estudiantes desaparecidos el pasado 26 de septiembre en el estado de Guerrero.
 
Murillo se reunió este viernes en Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, con los familiares de los 43 estudiantes que desaparecieron el 26 de septiembre pasado. Los abogados de los padres de los 43 alumnos de la escuela para maestros de Ayotzinapa que desaparecieron a manos de policías y criminales en Iguala confirmaron el encuentro, que concluyó sin que trascendieran detalles.
 
El pasado 26 de septiembre policías tirotearon en esa población a alumnos de la Escuela Rural de Ayotzinapa por órdenes presuntamente del entonces alcalde José Luis Abarca, detenido el 4 de noviembre junto a su esposa, María de los Ángeles Pineda.
 
Esa noche murieron seis personas, 25 resultaron heridas y 43 jóvenes fueron detenidos y entregados al cartel Guerreros Unidos, que se encargó de su desaparición y ahora confirmado asesinato, de acuerdo con las investigaciones de la PGR.
 
Por el caso hay unos 60 detenidos, entre policías de Iguala y del vecino municipio de Cocula, así como miembros del grupo criminal, incluido su líder, Sidronio Casarrubias, quien reveló que cada mes el cartel entregaba elevadas sumas de dinero al alcalde y decidía quiénes se integraban al cuerpo policial.
 
El fiscal general mexicano, Jesús Murillo Karam, presentó un video en el que los sicarios confiesan el crimen:
 
Apelando a la memoria historica de tan rica cultura como es la mexicana, quisiera citar un aparte del libro de Mariano Azuela, 'Los de abajo' 
"Villa es el indomable señor de la sierra, la eterna victima de todos los gobiernos, que lo persiguen como una fiera; Villa es la reencarnacion de la vieja leyenda : el bandido-providencia, que pasa por el mundo con la antorcha luminosa de un ideal: ¡Robar a los ricos para hacer ricos a los pobres! Y los pobres le forjan una leyenda que el tiempo se encargara de embellecer para que viva de generacion en generacion"
Villa es Ayotzinapa, que se alce su espiritu, que no se sientan acomplejados, que se sienta en el fulgor de su sangre Azteca el anhelo de justicia para estos 43 jovenes.

Agradecimientos:

  • LAFm.com.co

jueves, 6 de noviembre de 2014

Y los Once... ¿Que?

25 años despues despues de la Toma del Palacio de Justicia por el movimiento guerrillero M-19 y su posterior retoma a manos del Ejercito Colombiano.

 

Acontecimientos

La Toma del Palacio de Justicia, en Bogotá, Colombia, también llamada Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre, fue un asalto perpetrado el miércoles 6 de noviembre de 1985 por un comando de guerrilleros del Movimiento 19 de abril (M-19) a la sede del Palacio de Justicia, ubicado en el costado norte de la Plaza de Bolívar de Bogotá, frente a la sede del Congreso y a una cuadra de la Casa de Nariño, la residencia presidencial. Dicha incursión fue seguida de la reacción de la Policía Nacional y el Ejército Colombiano, rodeando el edificio e iniciando una operación de retoma del mismo que se extendió hasta el jueves 7 de noviembre de 1985. El M-19 mantuvo a cerca de 350 rehenes entre magistrados, consejeros de Estado, servidores judiciales, empleados y visitantes del Palacio de Justicia.

Dentro del Aula de clase

Dentro del aula se puede generar el problema ¿y como enseño este dramatico suceso de la historia?. Pues bien, nosotros como maestros de Ciencias Sociales debemos buscar el mejor metodo para llegar a nuestros estudiantes. 

Tenemos que ser contundentes con la consigna 'el que olvida su historia esta condenado a repetirla', frase tan mencionada en las catedras Universitarias de todo el pais. Por lo tanto, nuestro ejercicio docente debe apuntar, no solo al desarrollo lineal de la historia nacional, sino que hay que profundizar en cada uno de los problemas sociales de nuestra nacion.

Creo que en el interior de cada colombiano consciente debe haber alguna 'Sed' de verdad en todos los acontecimientos sucedidos sobre todo en la mitad del siglo XX para aca y una de ellas es el esclarecimiento de los sucesos ocurridos el 6 de Noviembre de 1985. Creo que dentro de la accion del Docente, nuestro propocito debe ser el de construir una juventud con memoria social e historica.

Por lo que en este articulo, nota, Blog, o entrada, le invito a que se acerque a sus estudiates por medio de esta herramienta que a puesto a nuestro alcance José Luís Jiménez, Miguel Jiménez y Andrés Cruz.

¿De que se trata?

Los Once, que acaba de llegar a librerías, es una novela gráfica que explora la dramática toma (y retoma) del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. -Revista Arcadia-


"La mirada de Miguel, José y Andrés sobre uno
de los acontecimientos más traumáticos de
la historia reciente de Colombia, apela a la
ficción y a la analogía para contar una historia
que no se ha dejado de repetir porque,
como una cicatriz, hace parte de la identidad
de millones de colombianos. La voz de
una abuela ratona que se dirige a su nieta
acompaña una secuencia de imágenes que
muestra los esfuerzos y las adversidades de
los que nunca regresaron a su hogar". (Fragmento del prólogo, del editor Felipe González)







 Agradecimientos:

  • 'Los once', de José Luís Jiménez, Miguel Jiménez y Andrés Cruz

  •   Revista Arcadia 

    A ambos por tan buen aporte cultural a la memoria historica de la nacion

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Avatar

Nombre: Cesar David Rondon Martinez
Grupo 1, Medios y nuevas tecnologias
Codigo: 2013 1 155 047

Universidad Distrital Francisco Jose de Caldas

Pelicula: 'Amistad' y el trafico de esclavos

Basada en la historia real de un grupo de esclavos africanos amotinados en su viaje desde Sierra Leona a Cuba, a bordo de la goleta de bandera española La Amistad cerca de Long Island en julio de 1839.




Un grupo de africanos de la etnia mande son capturados en la costa occidental africana y trasladados a Cuba para servir como esclavos en un barco portugués. Una vez en La Habana, son revendidos a dos negreros españoles que los embarcan en una goleta rumbo a Puerto Príncipe (actual Camagüey). Tras amotinarse y asesinar al capitán y al cocinero del barco logran hacerse con el mando y amenazan al resto de la tripulación para que ponga rumbo al este de vuelta a la costa africana. Estos acceden atemorizados, si bien todas las noches viran secretamente el rumbo hacia el norte. De esta forma poco a poco el barco se dirige hacia la costa este de los Estados Unidos y finalmente es interceptado por los guardacostas de este país. Los africanos son encarcelados y acusados del asesinato de dos españoles.

Con este material audiovisual se busca despertar la sencibilidad del espectador, y que usted (persona que me lee) sea un agente activo en contra la discriminacion racial y la xenofobia y reflexione acerca de su accionar en la sociedad.

Le hago la invitacion a que la vea.

lunes, 3 de noviembre de 2014

'12 de Octubre de 1942: Historia de un gran negocio' por aloisgutierrez

Page_1
Page_2
Page_3
Page_4
Page_5
Page_6
Page_7
Page_8
Page_9
Page_10
Page_11
Page_12
Page_13

El saqueo cultural de America Latina, por Fernando Baez

Profundo y concienzudo estudio sobre la historia del saqueo cultural que signó a nuestro continente americano durante los siglos de conquista y colonización europea.


"Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana;  y jamás serían creídas por los críticos modernos,
si constantes y repetidos documentos no testificasen
estas infaustas verdades”

-Simon Bolivar, Carta de Jamaica, 1815


'Historia de los Vencedores' por LATNFE, 2008
Desde hace quinientos años, América Latina ha sido sometida al pillaje más despiadado de la historia: sus veintidós millones de kilómetros cuadrados han sufrido el expolio y destrucción de la mayor parte de sus recursos. Por turnos, se han llevado y se siguen llevando el oro, la plata, el cobre, el carbón, el aluminio, el hierro, el gas y el petróleo. En el Códice Florentino, a propósito de la devastación de la capital azteca de Tenochtitlán a manos de Hernán Cortés, se comentaba sobre los españoles del siglo XVI: “como unos puercos hambrientos ansían el oro”. Cuando los conquistadores españoles desembarcaron en México, España acababa de existir como nación tras el genocidio y expulsión de moros y judíos. Se ha calculado que España extrajo de América Latina cuarenta millones de pesos hasta el año 1560, que equivaldrían a quinientas toneladas de oro. El caso es que en 1785, el Conde de Aranda le pedía al Conde de Floridablanca exprimir al máximo a las colonias del Nuevo Mundo1, y esto se cumplió a medias porque en el saqueo comercial también participaron ingleses, italianos, franceses, alemanes, portugueses y holandeses.

'12 de Octubre: Con la memoria seguimos en la
resistencia' -BONIL
Desde la época colonial, las plantaciones se convirtieron en un instrumento para someter las economías locales y obtener productos a bajos precios por el uso de esclavos. Para dar una idea de las ganancias, vale la pena comentar que Inglaterra financió sus guerras contra Napoleón Bonaparte sólo con un diez por ciento de los altos ingresos obtenidos por sus plantaciones de azúcar. Lo cierto es que la política frenética dearrasar los bosques y malgastar la fertilidad de los suelos durante siglos tuvo su costo ecológico porque, a la par de la actividad minera, destruyó sin remedio la biodiversidad de la región en un cuarenta y siete por ciento. En Brasil, la explotación de azúcar y caucho arruinaron millares de hectáreas; en Argentina y Paraguay, los bosques de  quebracho fueron devastados; en Venezuela, las plantaciones de cacao sólo dejaron ruina a su paso; en Colombia, el café fue la principal causa de extinción de tierras cultivables y esta tragedia se repitió en Centroamérica con la fruta. Ninguna de las ganancias de estas plantaciones contribuyó al desarrollo de los países donde se encontraban.

Durante la época de conquista, unos pocos miles de soldados españoles exterminaron casi totalmente a una población de cien millones de indios. Hoy sólo quedan veintiséis millones. En Santo Domingo, por ejemplo, la población nativa que inicialmente contaba con casi cuatro millones de personas en 1496, en 1570 era apenas de ciento veinticinco millones de seres humanos. En México, los veinticinco millones de habitantes se transformaron en un millón entre 1519 y 1605. En el Perú, seis millones de indígenas llegaron a ser un millón entre 1532 y 1628. Contra esta masacre se pronunciaron los mismos españoles, como lo demuestra el sermón Una voz que clama en el desierto del dominico Antonio de Montesinos, quien en 1511 se atrevió a deslegitimar la conquista: 




“Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas?” 


Fray Bartolomé de Las Casas en su Brevísima Relación de la destrucción de las Indias, título bastante sugestivo, se quejaba en su momento: 


“Porque son tantos y tales los estragos y crueldades, matanzas y destrucciones, despoblaciones, robos, violencias y tiranías..." 


Una de las escenas de las cual
Fray Antonio de Montesinos fue testigo
Según el ensayista Tzvetan Todorov, el genocidio contra los indígenas fue mayor al sufrido por los judíos en el siglo XX. Sólo las enfermedades epidémicas traídas por los soldados provocaron quince millones de muertes. Hubo otro genocidio que fue el de los esclavos traídos desde África: entre cinco y seis millones murieron en el viaje por mar y un número superior falleció en las minas o por maltratos.

A partir del siglo XVI, América Latina, que subsidió a las grandes potencias por turnos con la complicidad de clases dirigentes dóciles y corrompidas, ha sido una vasta fábrica de pobreza y de hambre: entre 1600 y 1800 sólo un dos por ciento de la población poseía la riqueza; para el 2005 hay quinientos cuarenta millones dehabitantes, pero doscientos veintidós millones de pobres, de los que ochenta y ocho millones son indigentes. Cada año mueren doscientos mil niños de hambre. Hay ochenta por ciento de pobreza en los sectores indígenas. El diez por ciento de la población total vive con menos de un dólar al día. Un verdadero desastre que se multiplica.

La destrucción de América Latina, sin embargo, afectó también a los sectores culturales: la memoria histórica fue objeto de manipulación, fuego, robo y censura. El proceso fue lento y sistemático, feroz e implacable: hoy sabemos que el sesenta por ciento de toda la memoria escrita de la región desapareció. Un cincuenta por ciento por destrucción premeditada y un diez por ciento por desidia. Más de quinientas lenguas se extinguieron para siempre.

Acaso la destrucción de la memoria histórica de América Latina comienza con el ataque de los conquistadores españoles en Tenochtitlán en 1521: 


“Y cuando hubieron llegado a la casa del tesoro, llamada Teucalco, luego se sacan afuera todos los artefactos tejidos de pluma, tales como travesaños de pluma de quetzal, escudos finos, discos de oro, collares de los dioses, las lunetas de la nariz, hechas de oro, las grebas de oro, las ajorcas de oro, las diademas de oro. Inmediatamente fue desprendido de todos los escudos el oro lo mismo que de todas las insignias. Y luego hicieron una gran bola de oro, y dieron fuego, encendieron, prendieron llama a todo lo que restaba, por valioso que fuera: con lo cual todo ardió"


Los frailes Fray Juan de Zumárraga y Diego de Landa se encargaron luego de desaparecer el noventa por ciento de los códices mayas.

En 1532, Francisco Pizarro, un eminente conquistador analfabeta, sometió a Atahualpa, y le pidió un rescate. Con ingenuidad, el Emperador de los Incas le entregó cientos de objetos que luego fueron fundidos en 6080 kilos de oro y 11872 kilos de plata. De esta forma se aniquilaron obras de arte valiosísimas. Posteriormente, las tropas españolas acudieron al Templo del Sol en Cuzco y arrasaron, como lo hicieron los cruzados en Constantinopla en 1204, con todo lo encontraron a su paso y las esculturas de oro las fundieron sin misericordia.

'Cinco siglos igual' Publicacion conmemorativa
del 12 de Octubre
Este memoricidio, cometido en la época del humanismo clásico, avalado por los mejores pensadores europeos, fue premeditado: los distintos proyectos imperiales transculturizaron por igual a indígenas y africanos para someterlos con una derrota total. Como bien se sabe, ningún imperio puede sostenerse sólo por la fuerza de las armas o de un modelo económico y político, se requiere la imposición de valores culturales y la práctica de la damnatio memoriae sobre los pueblos vencidos. Dado que la memoria es el vínculo más importante de la identidad nacional, es el primero en ser amenazado o atacado.

Lo más lamentable es que se preservó esta tradición de pillaje y devastación cultural. Entre el siglo XVI y el siglo XXI, bibliotecas, archivos, ediciones únicas, piezas de arte prehispánico o colonial y de la etapa modernista y surrealista, fueron arrasadas, olvidadas o expoliadas. Decenas de bibliotecarios y archivistas fueron asesinados desde México hasta Tierra del Fuego, lo que convierte a estos oficios en los oficios más riesgosos del continente después del relativo a los periodistas y sacerdotes. Durante las dictaduras de las décadas de los sesenta y ochenta, numerosas editoriales fueron víctimas de ataques violentos y miles de escritores fueron asesinados o exiliados. En los actuales momentos, por decir, están desapareciendo miles de libros del siglo XIX debido a la falta de presupuesto para su restauración y conservación. El cincuenta por ciento de las bibliotecas de América Latina soporta abandono y desidia, e igual pasa con los archivos.
'TLC con España' por Asterisko, 2010

Otro grave problema heredado es el tráfico ilícito de obras de arte y de objetos arqueológicos: aumenta sin medida por la demanda de compradores inescrupulosos interesados en piezas fundamentales de las culturas precolombinas. Se tiene certeza de que el ochenta por ciento de los asentamientos arqueológicos de la península de Yucatán han sido saqueados. En su búsqueda, los saqueadores han destruido monumentos y tumbas en Ecuador, Colombia, México, Belice, Guatemala y Honduras. Cada asentamiento recuerda un paisaje lunar. En Amazonas, roban urnas amazónicas; en Costa Roca y Panamá trafican con águilas colgantes de oro. No hay un solo museo arqueológico que no haya sido robado. En el Museo Carlos Zevallos Menéndez de Guayaquil, una banda disimuló el robo de máscaras Tumaco-Tolita con un incendio en el edifico que arruinó cientos de obras. Los denominados huaqueros, en su afán por conseguir cerámicas del período Moche, Keros incas o remos labrados Chimú y Chincha, han provocado un saqueo total en Perú con el silencio de las autoridades.

Esta es la realidad. Los historiadores resaltan con vergüenza la quema de libros en Alemania durante la época nazi, condenan la destrucción de la cultura de los bosnios a manos de los serbios, pero ignoran la quema de los códices aztecas a manos de religiosos cristianos españoles. Quiero manifestar aquí que cuando visité México en 2004 para asistir a la presentación de una edición de mi obra “Historia universal de la destrucción de los libros”, publicada por Debate, intenté rastrear con mejores documentos la eliminación de los escritos mayas y fue bien poco lo que pude encontrar. Hay un silencio letal sobre este asunto, que a veces se traduce en un artículo emocional; jamás en un estudio detallado que compile todos los bienes culturales latinoamericanos desaparecidos o destruidos hasta la fecha.

En verdad, creo que a pesar de los esfuerzos evidentes por entender el pasado desde una perspectiva más plural, los latinoamericanos todavía sentimos vértigo a la hora de examinar nuestra historia.